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Capitulo 8
Me aparté el pelo por detrás de las orejas y me puse el resto como pude, la verdad estaba temblando, agarré el pomo de la puerta como un flan. Abrí lentamente e iba viendo como esa sonrisa se ensanchaba al ritmo que se abría la puerta.

-¿Qué haces tu aquí? ¿Me estas siguiendo?- Dije medio tartamudeando, los nervios me podían.
-¿Yo? Si claro, ahora eres el centro del mundo pequeña saltamontes.
-¿Pequeña qué?
-Nada déjalo-Me dijo sonriendo- Venía a presentarme pero ya me conoces, ¿están tus padres? Tengo que presentarme.
-Bueno bueno que educadito estas ¿no?-Pensé que ya no había adolescentes así.
-Es lo que tiene-se rió- bueno, ¿están o no?
-Pues no, no están, estoy aquí con las muletas yo sola.
-Entonces vendré en otro momento, no hagas más travesuras que luego tengo que llevarte con tus amigos.
-Já, já,já – me reí sarcásticamente, aunque sinceramente tenía ganas de hacerlo.
-Hasta otra Aroa- Me quedé embelesada mirando la forma de sus labios al pronunciar mi nombre, al dar la vuelta su aroma me golpeó en la cara dejándome embobada.

Cerré la puerta, me apoyé en ella y suspiré, sabía que este chico me causaría problemas algún día, deseaba que me los causase, tenía que sentirlo más cerca de mí y ahora sabía que podía ir a pedirle sal o azúcar en cualquier momento, porque era mi nuevo vecino.
Decidí ir al sofá, estaba demasiada cansada para seguir de pie, el tobillo me estaba matando.
Al siguiente día, Cristina vino a visitarme, me hizo bien la compañía estaba demasiado aburrida, y no tan desesperada para pedir a Sergio un chaval que conocía de un día pero me tenía loca que viniese a verme.

-Cristina, tengo que contarte algo
-¿Qué ha pasado? ¡No me lo digas de esa forma tan dramática!
-¿Tú te acuerdas del chico que me trajo el otro día desde el bosque?
-Sí, estaba demasiada ocupada viéndote el tobillo no me fijé mucho pero, sí, lo vi.
-Bien, pues me trajo a donde estabais vosotros y ahora resulta…
-¿Qué?¿Qué resulta?
-Que es mi vecino, y está demasiado bueno para ser un vecino. Y le he tenido que abrir la puerta en pijama y con unas pintas horribles.
-¿Y a ha pasado algo?
-¿Pero que va a pasar Cristina? le conozco de dos días.
-¿y?-Cristina soltó un bufido-pues como está, no le dejaba yo ni un día solo.

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